LA FACILIDAD PARA HACER NEGOCIOS EN ESPAÑA
Artículo de Carlos Marina Barrio. Retail Institute`s Advisor
El otro día reflexionaba sobre la “singularidad” de la economía española: seguimos teniendo un ratio de desempleo general muy alto, del 22% y el juvenil está por encima del 50%. Además de razones macroeconómicas y de estructura del mercado de trabajo, sobre algunas de las cuales he hablado en notas anteriores, hoy me gustaría analizar algún otro motivo que debe influir a nivel micro: la facilidad / dificultad de emprender nuevos negocios, lo que lo americanos llaman “start doing business”.
Y efectivamente, hay terreno evidente para la mejora, pues si bien nuestra economía ocupa por su volumen el puesto 14 en el ranking global, según el FMI, (antes de la crisis éramos la 9ª), en cuanto lo comparamos con el índice que facilita el Banco Mundial que se llama precisamente así: doing business, de 189 países medidos, España ocupa el puesto 33 en la tabla en cuanto a la facilidad para abrir un nuevo negocio. Es decir, 19 puestos por debajo que el peso de nuestro PIB en la economía global.
Ya sé que es difícil aceptar que un solo indicador pueda medir algo de lo que dependen tantas cosas como es la creación de una nueva empresa. Pero el método parece el más riguroso de los que he analizado, pues mide 12 variables: obtención de permisos de construcción, suministro de electricidad, registro de la propiedad, obtención de crédito, pago de impuestos y tasas, etc.
Y claramente hay camino para andar, pues en España se tarda de media 13 días en resolver los trámites necesarios para abrir una empresa (legal claro, otro día hablaremos de la economía sumergida que equivale según diversos estudios, a un 23 % del PIB y que por cierto, su peso relativo es menor cuanto más fácil es abrir negocios en un país).Ese plazo de hacer gestiones contrasta con los 9 días de media de los países de la OCDE. Con un cálculo algo tosco, esto quiere decir que aquí es un 30% más difícil arrancar una nueva actividad empresarial. Y ojo, que hablamos solo de empezar, después habrá que ofrecer un producto diferenciado y competitivo, venderlo y tener éxito.
¿Cuáles son las causas?, según el Banco Mundial hay dos donde puntuamos anormalmente bajo. En la obtención de los permisos de obra y en el suministro eléctrico. Lo de la construcción debería ser mejorable, pues no hay otra explicación que una excesiva burocracia, dado que no es que en España destaquemos precisamente por preservar mejor nuestro patrimonio arquitectónico, solo hay que darse una vuelta por nuestras sufridas costas. Yes que en muchas partes de España se necesitan entre 13 y 15 pasos para obtener un permiso de obra. Un estudio reciente de la Oficina del Defensor del Pueblo ha evaluado los procedimientos y tiempos de tramitación de licencias de construcción o reforma en diez grandes ayuntamientos. Del estudio se deduce que algunos tardan 120 días en los casos de licencias de obra mayor y hasta 60 días para las de obra menor. Parecen plazos excesivos a todas luces. Hablando de la luz, también debería ser mejorable, pues tenemos grandes compañías de energía, mayoritarias en sus áreas de influencia tradicionales, pero que gracias a las nuevas leyes de competencia, han ido facilitando la elección de proveedores por parte del usuario, con lo que los trámites deberían ir siendo cada vez más cortos y razonables.
Todo esto es muy relevante, pues en una economía global interconectada, en la que muchos negocios de servicios, de comercio electrónico, donde su sede es “virtual”, pues la física no es relevante donde se encuentre y el empresario o los accionistas pueden ubicarse donde quieran, lo harán en aquellos países más “business friendly”/atractivos para la inversión, que tienen una ventaja competitiva relativa clara. Y esto produce riqueza y empleo a sus ciudadanos. Hablamos por tanto de ofrecer un contexto para la empresa privada más amistoso, más transparente, con menos reglamentación innecesaria.
Y no debería ser tan difícil. No sorprende que los países sajones como Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda o Irlanda, estén por encima de nosotros, pues siempre han tenido un modelo de economía de mercado más liberal. Tampoco que los tigres asiáticos: Singapur, Taiwán, Corea de Sur, China, etc., puntúen mejor, pero desde una óptica europea se puede alegar que les falta regulación. Pero es que los nórdicos: Suecia, Finlandia, Noruega, Dinamarca, ocupan también los primeros puestos, como lo están igualmente bien situados los países de capitalismo renano: Alemania, Francia, Austria, Holanda. Por tanto no se puede asociar facilidad para hacer negocios con desprotección, con la “ley de la selva”, ni nada similar. Al contrario, parecería que a mayor nivel de desarrollo, mayor seguridad jurídica, mejor gobierno corporativo, mayor transparencia fiscal, en fin cuanto más claras estén las reglas del juego, el entorno se vuelve más atractivo para el inversor. Pero si os quedaba alguna duda, Portugal, con una cultura mediterránea similar a la española y vecino nuestro, está en el puesto 25. Eso sí, se puede consolar uno al ver que estamos por encima de Italia y Bélgica.
Para que mejoremos en el ranking y atraigamos más inversión y creemos más empleo, se debería digitalizar más la tramitación de los permisos y las licencias, hacerlos más transparentes, previsibles, rápidos y baratos, también es perentorio volver a reforzar la unidad de mercado, armonizando e incluso unificando reglamentaciones en las distintas autonomías que no tengan una justificación objetiva para ser distintas unas de otras. Y ya lo hemos comentado en apuntes anteriores, la Justicia debe ser más rápida y eficaz, no es aceptable que alguien sea moroso y que el juicio se celebre cuatro años después de producirse el impago. Para entonces hace tiempo que el deudor ha cambiado la razón social de su empresa y que le echen un galgo.
La concesión de crédito a los nuevos empresarios también es fundamental y suele ser un escollo, muchas veces insalvable, para aquellos que despliegan mucha iniciativa e ideas, pero que disponen de pocos recursos financieros para hacerlas realidad. Si se dan las condiciones de asunción de riesgos razonables, con expectativas de retorno de la inversión realistas, que hagan canalizar financiación a proyectos atractivos, esto sin duda hará que una nación sea más amistosa que otra para emprender nuevos negocios.
Por último, pero no menos importante, otro factor fundamental para atraer inversión es la percepción de que hacer negocios en un país es seguro y no te cuesta dinero “extra” en sobornos o corruptelas de distinto tipo destinadas a acelerar la concesión de una licencia o para ganar una licitación. En este sentido el índice mundial más solvente es el de Transparency International, que mide 175 países, de los cuales España ocupaba el puesto 37 en 2014, con 60 puntos sobre 100 y mejoraba respecto a 2013 en que nos situábamos en el puesto 40, con 59 puntos. Para que tengáis perspectiva, el número 1 en transparencia a nivel global es Dinamarca y de forma sostenida, con 90 puntos. Es claro que cuanto más cerca de la cabeza de la lista estemos, más y mejores empresas se establecerán en España y más sólido y atractivo será el empleo que estas crearán.
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